Cómo era la sexualidad en la época de los neandertales, según investigaciones científicas

Durante mucho tiempo, se creyó que la sexualidad de los neandertales era básica y primitiva, al igual que su supuesta inteligencia.

Se asumía que sus relaciones eran meramente instintivas y centradas exclusivamente en la reproducción. No obstante, investigaciones recientes han empezado a cambiar esta percepción.

Los estudios sugieren que los neandertales podían haber mantenido vínculos emocionales complejos y significativos, lo que implica que sus relaciones íntimas podrían haber sido más avanzadas y variadas de lo que se pensaba.

Según estudios recientes publicados en el sitio especializado Muy Interesante, los neandertales mantenían prácticas sexuales que incluían la posibilidad de establecer vínculos monógamos. Esto significa que podían formar relaciones estables y duraderas con otras personas.

Debemos recordar que los neandertales desaparecieron hace 40 mil años de la tierra. Y que hasta el año 1850 no sabíamos nada de ellos. Fue en 1856 cuando un grupo de mineros hicieron explotar la entrada de una cueva de piedra caliza llamada Feldhofer, en Alemania. Se encontraron con cráneos y huesos que supusieron de osos cavernarios.

Pero poco días después, el investigador Johann Karl Fuhlrott comenzaba a recoger y armar lo que sería El Hombre de Neanderthal, origen de nuestro pasado. Desde entonces se han encontrado muchísimos huesos de ellos, puesto que vivieron 350 mil años en l tierra.

Algunas evidencias apuntan a que disfrutaban de interacciones sociales profundas, como el cuidado y la atención hacia sus parejas, lo que indica un nivel de afecto que va más allá de lo puramente funcional.

Esta inclinación se basa en la ausencia de ciertos rasgos que normalmente se asocian con la poligamia, como las espinas en los penes de algunas especies de primates. Estas características anatómicas sugieren que podían haber establecido relaciones más estables y comprometidas con sus parejas.

Además, se ha planteado que sus técnicas de caza y recolección, donde la colaboración y el trabajo en equipo eran esenciales, podrían haber fomentado vínculos íntimos más solidarios y duraderos.

Asimismo, se estima que la actividad sexual en las comunidades neandertales era considerablemente más frecuente que en la actualidad. Esto se debía a que enfrentaban una alta mortalidad y tasas de natalidad elevadas, que requerían una reproducción constante para asegurar la supervivencia de su especie.

Además, se sugiere que podrían haber practicado ciertas formas de ritualización en sus encuentros íntimos, lo que reflejaría una comprensión social y cultural de la sexualidad.

Las relaciones sexuales no solo ocurrían entre individuos de la misma especie; también se dieron intercambios entre neandertales y Homo sapiens, nuestros antepasados.

Investigaciones han indicado que aproximadamente el 2% del ADN de las personas de origen no africano proviene de los neandertales, lo que sugiere que hubo encuentros e interacciones cercanas entre ambas especies. Esta mezcla genética revela que los neandertales formaron parte de la historia evolutiva de los humanos modernos.

Sin embargo, este contacto no fue solo positivo. Algunos estudios han sugerido que estas relaciones pudieron haber facilitado la transmisión de enfermedades. Por ejemplo, ciertos tipos de papilomavirus que podrían ser perjudiciales para los Homo sapiens se habrían transmitido a través de estas interacciones.

Un estudio del Instituto Catalán de Oncología concluyó que estas relaciones entre especies pudieron haber tenido un impacto importante en la salud de las poblaciones modernas.

Esta mezcla ha creado una herencia genética con consecuencias tanto positivas, como la mayor diversidad genética, como negativas, que incluyen la predisposición a ciertas enfermedades.

En conclusión, la vida sexual de los neandertales era compleja y multifacética, lo que resalta la profundidad de sus relaciones y su capacidad para conectar emocionalmente, desafiando las viejas nociones sobre su comportamiento y estilo de vida.

La investigación en este campo no solo enriquece nuestra comprensión de nuestros ancestros, sino que también invita a reflexionar sobre la naturaleza misma de la intimidad y el afecto humano.